La noche del sábado 7 de enero de 2020, Máximo Thomsen, Luciano Pertossi, Ayrton Viollaz y otros siete amigos cenaban en la casa que habían alquilado en Villa Gesell. Se preparaban para la previa y una noche en el boliche de moda esa temporada. A pocas cuadras, Fernando Báez Sosa y sus amigos también saldrían con el mismo destino en mente.

Pero a más de 500 kilómetros de allí, un joven de la misma edad que esos chicos cenaba con sus padres y luego se juntaría con un amigo, sin saber que aquel grupo de jóvenes que jugaban al rugby en su ciudad le arrebataría la vida a golpes a un chico que había llegado a Gesell desde Buenos Aires para pasar sus vacaciones. Mucho menos podía imaginar que alguien de ese grupo lo implicaría falsamente en el crimen y, con esa mentira, lo sometería a un calvario en el que pasó cuatro días preso, acusado de ser un asesino.
Por esa acusación falsa, por su detención inmotivada, Pablo Ventura demandó al Poder Judicial y al Ministerio Público Fiscal de la provincia de Buenos Aires por una suma de 10.000.000 de pesos.
“Resulta claro que el Estado debe responder por los perjuicios ocasionados por la infundada y antojadiza detención, reparar el daño moral, la afectación de su imagen y su honor y compensar de alguna forma los padecimientos causados”, dice la presentación presentada en diciembre de 2021 por el abogado Jorge Olmos.
Aún son un misterio los motivos por los cuales alguno de los ahora enjuiciados por el homicidio le dijo a la policía que la zapatilla manchada con la sangre de Fernando Báez Sosa hallada en el primer allanamiento en Pinamar era de Pablo Ventura, y que ese joven había escapado de Villa Gesell en el Peugeot 208 blanco de su padre. José María Ventura dijo hoy, en el juicio, que los acusados “le tenían envidia” a su hijo, al que calificó como “totalmente diferente a lo que son estos personajes”.
“Para mí son asesinos. Con respecto a mi hijo hicieron un acto de cobardía total. Nombrar un inocente, querer involucrarlo. Pero no digo solo los ocho que llegaron a juicio: digo los diez. Juan Pedro Guarino y Alejo Milanesi [primero imputados, luego sobreseídos] estuvieron en el allanamiento cuando fueron detenidos y escucharon quién lo nombro y no dijeron nada: son unos cobardes”, declaró esta mañana.