Más de 25 mujeres aborígenes de la comunidad wichi de Pluma del Pato, a 512 kilómetros de la capital de Salta, denunciaron en la Justicia que fueron violadas por hombres blancos y “criollos”. Son abusos sexuales actuales a niñas y jóvenes. Y también casos de larga data de una práctica aberrante que se le llama “chinear”: grupos de varones que van al monte y literalmente cazan jóvenes y niñas, a las que corren, persiguen, derriban y violan.
La investigación, encabezada por el periodista Gustavo Tubio, asegura que en la zona existe el llamado “chineo“. Esta práctica es la violación sistemática de niñas y mujeres indígenas desde los siete años a manos de los “hombres blancos” o “criollos”: adultos que -denuncian las propias mujeres- son policías, gendarmes, carniceros, comerciantes, enfermeros, terratenientes de la zona. O sus hijos.
“Muchos con poder político y económico. La práctica, con un fuerte componente machista y racista, se remonta a la conquista española. Está enmarcada dentro del etnocidio que sufren los pueblos originarios desde hace cientos de años”, destacó el informe.

Luis Gerardo Veliz, el defensor oficial multifueros de Embarcación, en esa provincia, confirmó esta práctica. “Se da cuando el hombre blanco va a la zona a pescar o cazar y ahí abusa por la fuerza a las mujeres aborígenes que se encuentran ahí en el monte”, dijo.
Y detalló que existen distintas modalidades de “chineo”. Una de esas es que van los hombres a cazar, fuman en los caminos y la mujer muchas veces va a pedir cigarrillos. “En cuanto se dan vuelta, la atacan por la fuerza”, detalló sobre el horror.
“Otra modalidad es que va un grupo de personas al monte, se esconden y, cuando andan las mujeres por ahí, salen corriendo y las van agarrando por la fuerza. Es una cacería“, sentenció.
Para los hombres violadores, estas mujeres aborígenes son “objetos”. “La mujer la tiene en su casa, pero el objeto del desahogo, de la joda, del chiste es ir al monte y agarrar a la mujer por la fuerza. Dicen vamos a chinear con los amigos… y eso hacen”, relató una mujer wichi
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