“Dejé de comer carne”: cobra $52 mil de jubilación y reparte cajones de soda en bici para llegar a fin de mes

“Eduardo, no se olvide de traerme las sodas”, fue el mensaje que recibió en WhatsApp el hombre de 70 años antes de ir desde la cocina hacia el patio para constatar cuántos sifones le quedaban por vender.

Corroboró que en total eran ocho y contestó rápidamente: “Dame un rato y te los llevo”. Acto seguido, se apoyó en la única muleta que lo ayuda a caminar para colocar los cajones de soda en la parte frontal de su bici.

Eduardo Parrello comenzó a repartir sifones por la angustiante razón de no llegar a fin de mes: “Cobro $52.000 de jubilación por mes porque me jubilaron como adulto mayor. Así que necesito hacer esto para pagar mis gastos y básicamente comer”, djo a TN.

“Todo los pedidos los realizo por la zona. Un bar me compra ocho sifones por día, eso lo tengo fijo. Después dependo de los vecinos o conocidos que me escriben para que les lleve en el momento”, destacó el jubilado cordobés



Padre de tres hijos y viudo desde hace 10 años, Eduardo volvió a vender soda luego de trabajar en la industria durante varias décadas: “En Córdoba es impresionante lo que se consume. En ese entonces trabajaba con una camioneta y repartía en 30 barrios más de 100 cajones por día”, dice.

Actualmente, posee una Peugeot 504 Rural que no puede manejar ni costear. “Desde que falleció mi mujer dejaron de cerrarme los números. Gracias a Dios tengo esta casa que es parte del patrimonio de mi señora, si no no sé cómo haría. Si tuviese que alquilar no podría vivir”, contó Eduardo

Sus problemas físicos comenzaron en noviembre de 2020 luego de una peritonitis que se despertó mientras reparaba una máquina industrial en una fábrica de zapatos: “Me llevaron al hospital a las 11 de la mañana y me operaron. Perdí 26 kilos después de esa operación, fue muy jodida. Todavía no pude recuperar el peso”.

Tiempo después le detectaron una hernia de disco que le imposibilita caminar con normalidad. “Vivo una situación caótica”, expresó Eduardo, que modificó su bicicleta para poder trasladarse y repartir los sifones. “Caminar no puedo, pero andar en bici sí. Cargo la muleta y con eso me las arreglo”, agregó.



Cuánto gana por día con el reparto de sodas
Eduardo precisó que paga $250 de costo por cada cajón de seis sifones que vende. “Me los trae un sodero amigo que los llena en su sodería”, dijo. Luego los vende a $600 el cajón. “Voy despacito, pedaleando, y me ahorro el combustible. Hago entre $2000 y $3000 por día, dependiendo de lo que pueda surgir en el momento”, continuó.

Con respecto a sus gastos, una vez que paga los servicios esenciales para vivir, destina su dinero a tratar de alimentarse lo mejor posible. Sin embargo no le alcanza para comer lo que le gustaría: “Queso y leche hace tiempo que no consumo. Carne prácticamente no como. Una vez al mes quizá compro, o si me invitan los amigos de una gomería a algún asado”

“La comida la compro por mes o cuando me falta algo específico. Trato de ir a comedores en donde puedo completar alguna comida. Y, si no, vivo a mate cocido. Los vecinos me regalan harina, hago pan y con eso voy tirando”, narró Eduardo.

Alejado de sus hijos por problemas que prefiere no mencionar, lucha por conseguir un préstamos que le permita cambiar el techo de chapa de su casa y evitar las filtraciones de agua cada vez que llueve.

“Me pidieron un montón de papeles y no atienden la situación en la que vivo, bajo un techo de zinc que debe tener 100 años. Cuando llueve entra muchísima agua y tengo que andar corriendo los muebles para que no me los arruine”, sostuvo.

Eduardo contó que, tras recibirse de mecánico industrial, trabajó gran parte de su vida en fábricas de calzados como soldador y encargado de mantenimiento de las máquinas. “Hoy hasta seis cajones puedo llevar, más no porque el físico no me lo permite. Y aparte no quiero andar mucho por la calle, está muy peligrosa”, manifestó

El jubilado completó: “Si tuviese dinero arreglaría mi casa. Sacar todo lo viejo, reparar la humedad y vivir mejor. Respecto a lo otro no pasa nada, mientras pueda pedalear y ganarme unos mangos lo haré”.




Fue despedida embarazada a los 21 y hoy es empresaria que enseña a miles de mujeres

A los 21 años Alejandra se encontró frente a uno de los momentos más desafiantes para una mujer, traer un hijo al mundo tras ser desvinculada de su trabajo. Pero, lejos de rendirse, decidió convertir esta difícil experiencia en un trampolín para el éxito.

Ale siempre había sido una mujer resolutiva y se apasionó por emprender al descubrir que también podía ser una forma de mantener a su familia desde su casa.

Con el paso de los años, con aciertos y errores en un primer proyecto de decoración llamado “Qué monono”, decidió transformar su experiencia en una oportunidad para ayudar a otras mujeres en situaciones similares. Así nació la idea de “Mamá Emprende”, una academia diseñada para empoderar a mujeres a seguir sus sueños emprendedores.

Su determinación y perseverancia la llevaron a aprender sobre negocios, marketing y finanzas por sí misma. Con el tiempo, empezó a compartir sus conocimientos y experiencias a través de redes sociales y crear una comunidad sólida.

La respuesta fue muy positiva, más de 8500 mujeres de todas partes se sintieron inspiradas por su historia y se sumaron a la academia.

“Mamá Emprende” ofrece cursos en línea, encuentros presenciales y mentorías personalizadas y se convirtió en un espacio seguro donde las mujeres pueden aprender, conectarse y apoyarse mutuamente en sus deseos de emprender.

Ampliar fronteras

Lo que comenzó como un pequeño proyecto creció rápidamente en una comunidad de emprendedoras que en 2024 busca escalar al mercado latinoamericano.

Ale con su historia de superación enseñó que la adversidad puede ser el catalizador de grandes logros en un espacio que necesita más modelos de empoderamiento para todas las mujeres que sueñan con emprender su propio camino a pesar de toda adversidad.