El nuevo Gabinete de Alberto Fernández terminó definiéndose a favor de Cristina Kirchner. El Presidente quería hacer modificaciones en el Gabinete después de las elecciones de noviembre, pero no pudo sostener su postura frente la presión de su compañera de fórmula. Y si bien todos los nuevos funcionarios tienen vínculo con el Presidente, cuatro de ellos fueron referentes importantes de las administraciones de Cristina Kirchner en el Ejecutivo como en la Cámara de Diputados y en el Senado.
El ex ministro de Salud y actual gobernador de Tucumán, Juan Manzur, irá a la Jefatura de Gabinete de Ministros en lugar de Santiago Cafiero; el ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández se hará cargo del Ministerio de Seguridad en lugar de Sabina Frederic; Julián Domínguez volverá a la cartera de Ganadería, Agricultura y Pesca y reemplazará a Luis Basterra; mientras que el ex titular de Educación, Daniel Filmus, encabezará Ciencia y Tecnología tras la salida de Roberto Salvarezza.
En tanto, el jefe de Gabinete y hombre de mayor confianza de Alberto Fernández, Santiago Cafiero, fue desplazado al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Y secretario de Comunicación y Prensa, Juan Pablo Biondi, debió renunciar: será reemplazado por el abogado entrerriano Juan Ross. En tanto, el secretario de Políticas Universitarias, Jaime Perzyck irá a Educación en lugar de Nicolás Trotta.
La permanencia de algunos de los ministros de Alberto Fernández fue una de las pocas definiciones a favor del Presidente en la negociación. Se mantuvieron en sus cargos los ministros de Economía, Martín Guzmán; de Obra Pública, Gabriel Katopodis; de Turismo, Matías Lammens; de Desarrollo Social, Juan Zabaleta; de Defensa, Jorge Taiana; de Vivienda, Jorge Ferraresi; y de Salud, Carla Vizzotti. También las titulares del PAMI y de Anses, Luana Volnivoch y Fernanda Raverta, ambas camporistas que habían puesto a disposición sus renuncias ante el Presidente, al igual que De Pedro.
El Presidente tiene planeado comunicar nuevos anuncios económicos la semana que viene, como una señal de “relanzamiento” de su administración, que fue puesta en duda por el ala kirchnerista de la coalición y que se encontraba en pleno reordenamiento luego de que Cristina Kirchner pateara el tablero con su cargada misiva.