Es de Palpalá, tiene 96 años y sigue trabajando: dice que tiene “muchas ganas de vivir”

Una nueva y particular historia de personajes jujeños se hace pública.

Se trata de Rosa Gutiérrez, una señora de 96 años y que reside en Palpalá. Hoy en día continúa vendiendo y ofreciendo bollos caseros y chicha con maní en la calle. 

Lo hace pese a que sus hijos constantemente le piden que pase más tiempo descansado y que no trabaje ya que ellos la cuidan a todo momento. La mujer asegura que “todavía no es tiempo ya que le sobran energías para trabajar”. 

Leonarda Casilda Morales es hija de la adulta mayor, ambas viven en la ciudad siderúrgica, en el barrio Sarmiento. Contó que siente un gran orgullo por la actitud que tiene frente a la vida

Remarcó que como buena creyente, agradece a Dios y a la Virgen por la bendición de darle las fuerza de voluntad. “Mi mamá no puede estar adentro de la casa, si no la dejamos salir dice que la tenemos presa“, expuso socarronamente.



“Lo único que pido es que me dejen vender, quiero trabajar hasta que me muera”

Petronila se levanta todos los días a las 6 de la mañana para estar a las 8 en la zona de la Vieja Terminal y vender golosinas en Dorrego casi Alem.

Además de vender en la calle, Petronila se dedica a hacer canastitas en su casa que luego las pone a la venta “porque la plata no alcanza”. Actualmente cobra 20 mil pesos de jubilación mínima. La municipalidad capitalina le permite vender en el lugar, muy a pesar de la dueña del negocio de la cuadra donde Petronila vende, que la quiere correr del lugar.

Visiblemente acongojada, Petronila expresó lo que muchos viven todos los días. “Es difícil llegar a fin de mes. Es difícil, todo sube día a día la mercadería. La SUBE no me dura porque subió el boleto”. Para poder tener unos pesos extras, vende docena de huevos de las gallinas que tiene en su domicilio, además de cuidar a sus perritos.

La salud de Petronila está resentida. Hace un tiempo la operaron del brazo y no puede prácticamente mover el brazo izquierdo.



Actualmente está ciega de un ojo y del otro no puede ver bien. Le costaba conseguir un turno para consultar.

Afortunadamente se logró conseguir un turno con el oftalmólogo Santos que se ofreció a atenderla y así consultarse sobre la salud de su ojito.

La realidad de Petronila es la de muchos jubilados. Algunos no tienen la posibilidad de salir a trabajar por alguna dificultad de salud. Otros, aún con dificultad, buscan la manera de ganar unos pesos, resignados frente a la inflación pero con la tranquilidad de saber que no le piden prestado nada a nadie.

Petronila solo quiere trabajar.
Yo lo único que quiero es que me dejen vender. Quiero trabajar hasta que me muera.