La Armada Argentina informó que se encuentra abierta hasta el 22 de agosto la inscripción online para aspirantes a ingresar a las carreras de oficiales y suboficiales de la Armada Argentina.
Los postulantes podrán inscribirse para las siguientes carreras:
Oficiales (Cadete)
Requisitos: Secundaria Completa, hasta 22 años
Suboficiales (Aspirantes)
Requisitos: Secundaria completa, hasta 24 años
Curso de Integración Militar (CUIM) (Inscripción cierra el 26/05)
Requisitos: Secundaria completa + Título de Oficio (según Convocatoria Vigente), hasta 30 años
Los interesados deberán completar un formulario vía web y seguir las instrucciones para formalizar su postulación a través del siguiente link
Hubo un súbito y masivo interés para anotarse en la carrera de Oficial de la Marina Mercante, que tiene sueldos de entre 200 mil y 500 mil pesos mensuales. Ocurrió después de que el diario digital Infobae revelara que no había interesados, pero luego del informe periodístico, la alarmante falta de interesados en cursar la carrera de Marino Mercante de Ultramar, el escenario cambió de manera dramática.
De un promedio de 200 solicitudes que se recibían hasta el año pasado para incorporarse a la Escuela Nacional de Náutica “Manuel Belgrano”, en apenas doce días ese número tuvo un crecimiento geométrico tan súbito como inesperado: hasta ahora hay 5.000 y contando. “Tuvimos que instalar computadoras adicionales en la oficina de ingresos y trasladar personal para dar abasto a la demanda de información de miles de interesados que en tan solo 12 días hábiles sobrepasaron todas nuestras expectativas”, sostienen en diálogo con este medio desde la Escuela Nacional de Náutica.
La virtual “avalancha” de interesados -según explicaron varias fuentes consultadas- solo tiene una explicación posible: la Marina Mercante, tanto en el país como a nivel mundial, está entre las cinco profesiones mejor remuneradas pero también entre las menos conocidas.
Aspectos básicos de la carrera
Las dos especialidades que se cursan en la Escuela Nacional de Náutica -y a las que se puede ingresar solo contando con el título secundario completo a más tardar en el mes de marzo posterior al alta como Cadete de Náutica- son las de “Maquinista Naval” y “Piloto de Ultramar”. La primera es la que las autoridades nacionales han declarado en situación crítica y sobre la que en este momento se centran los mayores esfuerzos oficiales tendientes a propiciar interés en la juventud.
También existe una carrera corta que se relaciona con la ciencia de la administración y que forma a los llamados “Comisarios Navales”, pero en la actualidad la misma no tiene demanda por parte del mercado naviero local.
En lo que atañe a los Maquinistas Navales, junto con el título naval los egresados reciben la graduación universitaria como “Licenciado en Plantas Propulsoras Marinas” lo que deja al marino profesional en las puertas de obtener un título de ingeniero mecánico o industrial. La duración de la carrera es de 4 años de los cuales el último se realiza a bordo de distintas unidades de la Marina Mercante Argentina. La Armada Argentina junto a algunas entidades gremiales se encuentra abocada a la obtención de alojamiento sin cargo durante toda la carrera para cursantes provenientes del interior. Además todo oficial de la Marina Mercante pasa a integrar la reserva naval de la Armada con el grado de Guardiamarina.
En cuanto a la salida laboral esta es inmediata dado que se registra un alto grado faltante en especial en los cargos a cubrir por maquinistas. Las remuneraciones – según fuentes gremiales y empresarias consultadas- se encuentran entre las más altas del mercado laboral local, oscilando entre los 200.000 y 550.000 pesos (valores brutos). Los requisitos jubilatorios se alcanzan con 25 años de servicio activo y 52 años de edad. El régimen de ascensos está en relación no solo con la antigüedad en la profesión sino además con los días de navegación acumulados entre cada examen de ascenso. En caso de optar por embarcar en buques de otras banderas los salarios son abonados totalmente en divisa extranjera siendo superiores a los que se obtienen en el mercado local.
La Cabo Primero Karina Belén Ortega tiene 25 años, es de Palpalá (Pcia. de Jujuy) ingresó a la Armada Argentina hace 5 años y egresó con la especialidad Servicios Hidrográficos Balizamiento. Hoy se encuentra destinada en el faro Claromecó y es la primera mujer en ser parte del equipo de trabajo encargado de cuidar al casi centenario faro.
La función principal de un faro CLAROMECO es servir de ayuda a la navegación, ya que su luz orienta el rumbo del navegante desde la costa, contribuyendo a una navegación segura. La zona de Claromecó se caracteriza por bancos arenosos y allí está el faro para alertar a los navegantes.
Ubicado a 2 kilómetros de la ciudad, en el Partido de Tres Arroyos al sur de la provincia de Buenos Aires, el faro Claromecó depende de Faros, Radiofaros y Pontones (SIFR) del Servicio de Hidrografía Naval (SHN). Por ello, el personal que lo custodia y realiza su mantenimiento es miembro de la Armada Argentina.
Comúnmente llamados “torreros” o “guardianes de faro”, el personal militar de la Armada que allí se encuentra está especializado en Servicios Hidrográficos, como Karina Belén, quien además posee una orientación en Balizamiento. Su trabajo y el de sus compañeros es que el faro nunca deje de funcionar.
Karina contó que es la primera vez que personal femenino está destinada el faro de Claromecó: “Soy la primera mujer destinada en el faro, en total somos 5 miembros de la Armada, de los cuales 3 habitan en el predio con sus familias”.
La Cabo Ortega vive en las afueras del faro, con su hijito Gael de 2 años y su pareja, quien es bombero y empleado municipal de Claromecó. “La ciudad me gusta, es muy tranquila, familiar, y se puede disfrutar entre otras cosas, de la playa durante todo el año”, expresó Karina quien nació lejos del mar, en San Salvador de Jujuy, y que a la edad de 4 años se instaló en Palpalá con sus padres y 4 hermanos.
En el faro, las actividades de Karina son realizar guardias y contribuir al mantenimiento de la torre de 54 metros de altura sobre el nivel del mar y el predio de 4 hectáreas donde se emplaza.
“En un día habitual además de verificar el buen funcionamiento del faro, se corta el pasto, se hacen distintos tipos de trabajos de jardinería como podar plantas y arbustos. Se realizan distintos trabajos de mantenimiento general y pintado en las instalaciones, por ejemplo. Somos un equipo multifunción”, y describe en pocas palabras su trabajo diario: “Todo debe funcionar correctamente y quedar lindo y limpio. Me gusta el trabajo”, resumió.
También contó cómo se cambia manualmente la enorme lámpara de luz del faro que cuenta con electricidad urbana y es fotocélula, es decir, cuenta con una plaqueta programada que se prende sola y una baliza de emergencia automática.
El faro puede ser visitado por el público en general, teniendo los recaudos correspondientes en virtud de la pandemia producida por el COVID-19; en la base del faro hay un pequeño museo donde se exhiben los restos óseos de una enorme ballena hallada en las costas del balneario y otras curiosidades.
Para evitar que los buques se aproximen a la zona de arenales, sobre todo cuando los vientos y las tormentas dificultan la navegación y orientación, la gran altura del faro de Claromecó permite ser visto a unos 48 kilómetros de distancia. De día, se identifica por sus 5 franjas horizontales pintadas de blanco y 5 de negro; y de noche, por la luz blanca que destella, tres veces cada 30 segundos.
Cuenta con 278 escalones y, en poco tiempo, el faro será parte de los faros centenarios del país: su construcción comenzó en diciembre de 1921 y se habilitó el 20 de octubre de 1922. Además de estar próximo a cumplir los 100 años, es uno de los faros más altos de la costa argentina junto al Querandí, solo superados por el Recalada a Bahía Blanca en Monte Hermoso.
Son más de 60 faros los que se distribuyen –mayormente a lo largo de la costa atlántica– en el territorio argentino; unos están habitados, otros no tienen guardianes, pero todos cumplen la noble misión de contribuir a salvaguardar la vida humana en el mar.
Cabo Primero Torrera Karina Belén Ortega de San Salvador de Jujuy
De cómo una chica del norte se hizo torrera
“Fue por mi hermano”, sonríe. Ingresó a la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA) en el 2015 siguiendo a su hermano mayor, quien lo hizo en el 2013.
“Una vuelta nos fuimos de vacaciones a Buenos Aires con mi familia y paseando por Puerto Madero mi hermano ve la fragata ARA ‘Libertad’ y dice que algún día iba a estar ahí porque quería ser marino, ‘si vos te vas yo te sigo le dije’; él tenía 11 y yo 10”, revivió aquel momento significativo.
Hoy David Ezequiel Ortega, su hermano mayor, es Cabo Primero Comunicante y está destinado en la Base Naval Ushuaia, Tierra del Fuego.
Mientras él estudiaba en la ESSA la curiosidad de Karina fue creciendo hasta que finalizó el secundario y se anotó ella también: “Quería estar con él y seguir su ejemplo, y mis papás se pusieron muy contentos por eso”.
Al ingresar, Karina confesó que adaptarse a la vida naval fue difícil, pero no imposible “cambiar de ritmo, tener más responsabilidades; es un mundo totalmente diferente al civil, el cambio es rotundo, por supuesto para bien, el mejor cambio en mi vida y se lo agradezco a la Armada”, destacó.
“La Armada Argentina es una gran oportunidad profesional y servir a la Patria, es un orgullo”, dijo la joven jujeña que está en la Institución hace 5 años, y habló de su futuro: “Me gustaría, en un futuro próximo poder navegar, hacer la Campaña Antártica, visitar los Puestos de Vigilancia en faros lejanos, trabajar en Señalización y Balizamiento en el mar. También tener la experiencia de trabajar en una base naval porque debe ser diferente –por la gran cantidad de gente que alberga– aunque creo que nos ayudaríamos entre todos como acá en el faro, que prevalece la camaradería y el trabajo en equipo”.
De Jujuy extraña a la familia y los amigos y, siempre que puede, vuelve a Palpalá. “Con la pandemia por el virus COVID-19 este año fue complicado, pero pudieron venir mi mamá y mis hermanas a visitarnos para Año Nuevo y fue una alegría compartir con ellas la fiesta”, contó.
Karina Belén Ortega asistió a la Escuela Primaria Municipal “Marina Vilte” y al Comercial en el secundario; e hizo vóley de chica en el barrio de su infancia. Entre sus recuerdos y lo que añora de su provincia está la comida típica y nombró el picante de pollo y los asados, “el picante de pollo es una comida de Bolivia; que al estar tan cerca de este país nos vemos influenciados”.
Faro Claromecó
La Seguridad Náutica y el Servicio de Hidrografía Naval
La Seguridad Náutica es una disciplina del arte y ciencia de navegar orientada al estudio del ámbito geográfico en relación con la maniobra y el traslado del buque, con el fin de proveer la ayuda e información necesaria, que contribuya a la planificación y ejecución de un viaje seguro.
Es el Servicio de Hidrografía Naval, quien presta el servicio público de Seguridad Náutica mediante estudios e instrumentos que la garantizan: edición de cartas, derroteros, listas de faros y señales marítimas, tablas de marea, almanaque náutico; levantamientos hidrográficos y estudios técnicos del ámbito marítimo; Avisos a los Navegantes; confección de pronósticos meteorológicos, mareológicos y de alturas de olas, entre otros.
La Organización Hidrográfica Internacional nuclea a los Servicios Hidrográficos de todo el mundo, y su tarea ha sido reconocida por la Organización Marítima Internacional (OMI), agencia de Naciones Unidas especializada en cuestiones marítimas con más de 170 países miembros.
Además de la Seguridad Náutica y su contribución a la comunidad internacional, el servicio del SHN es transcendental a la defensa y los intereses marítimos de la Nación, por ello depende del Ministerio de Defensa.