Una nueva y particular historia de personajes jujeños se hace pública.
Se trata de Rosa Gutiérrez, una señora de 96 años y que reside en Palpalá. Hoy en día continúa vendiendo y ofreciendo bollos caseros y chicha con maní en la calle.
Lo hace pese a que sus hijos constantemente le piden que pase más tiempo descansado y que no trabaje ya que ellos la cuidan a todo momento. La mujer asegura que “todavía no es tiempo ya que le sobran energías para trabajar”.
Leonarda Casilda Morales es hija de la adulta mayor, ambas viven en la ciudad siderúrgica, en el barrio Sarmiento. Contó que siente un gran orgullo por la actitud que tiene frente a la vida.
Remarcó que como buena creyente, agradece a Dios y a la Virgen por la bendición de darle las fuerza de voluntad. “Mi mamá no puede estar adentro de la casa, si no la dejamos salir dice que la tenemos presa“, expuso socarronamente.
Gordon Ewers ha hecho un sacrificio importante, y algo insondable, a lo largo de sus increíbles 10 décadas en la tierra. Gordon, quien vive en Perth, Australia, nació en 1916 y ha vivido dos guerras mundiales, la Gran Depresión y ahora la pandemia de Covid-19. Esta semana cumplió 106 años y reveló que su longevidad era probablemente “no tanto por lo que he hecho, sino por lo que no he hecho”.
Dijo que si bien era importante “vivir con sensatez, respirar con regularidad, pensar positivamente y vivir con esperanza”, dejó de lado dos costumbres a las que atribuyó el haber llegado a tal hito.
El bisabuelo, a quien se describe como “agudo como una tachuela”, compartió su secreto para una larga vida con el canal de TV 9 News.
Los secretos de su longevidad
Dijo que, si bien la mayoría de las personas de su edad tienen una lista de cosas que hacen a las que atribuyen su salud, considera que la razón de su longevidad es “no tanto lo que he hecho, sino lo que no he hecho”. Y bromeó: “Estoy bien, dentro del cuerpo defectuoso estoy bien”.
Gordon, que aún se mantiene independiente, que tiene dos hijas, todavía está lo suficientemente sano como para vivir solo y puede cuidarse perfectamente bien.
Dijo que es importante “vivir con sensatez, respirar regularmente, pensar positivamente y vivir con esperanza” en la vida.
Pero él piensa que dos cosas en particular que siempre ha evitado son el secreto de su larga vida: fumar y beber. Gordon admitió que nunca fumó un cigarrillo ni tomó una bebida alcohólica en sus 106 años de vida.
Mientras que otros a su alrededor están asombrados por su longevidad, é, l humildemente, no ve porqué hay todo este alboroto. “No puedo decir que sea un gran logro, simplemente me pasó a mí, y estoy muy feliz de haberlo hecho”, dijo al sitio 9 News, según replica Mirror.
En 2021, Rocío Barberá vivió el peor año de su vida luego de que el coronavirus se llevara a sus padres con un mes de diferencia y poco después, falleciera su hijo que padecía parálisis cerebral. Pese al profundo dolor que le tocó transitar, el 17 de diciembre rindió su última materia para recibirse de profesora.
En diálogo con Los Andes, la mujer de 32 años recordó: “Mi mamá estaba llena de temor al contagio pese a que era una mujer joven, de 64 años. El proceso fue difícil y aún mucho más cuando cayó enfermo también mi papá. El deterioro y la involución se dieron sin prisa ni pausa pese a todos los esfuerzos del personal de la clínica, que estuvieron presentes en todo momento desde lo humano y lo profesional”.
Luego, a los días murió su papá, Daniel, también víctima del coronavirus. Sin embargo, la pesadilla de Rocío no terminó ahí, ya que en noviembre, su hijo, Valentino, de 12 años, que sufría un daño cerebral desde su nacimiento, se descompensó y falleció el 11 de ese mes. En ese sentido, la profesora se sinceró: “De vivir con ellos tres, que eran mi razón de existir, quedé sola. Fueron tres golpes muy duros, difíciles de sobrellevar: sentí que ya no tenía por quién seguir luchando”.
En medio de la tristeza y el dolor por haber perdido a las tres personas más importante de su vida, Rocío se puso de pie y decidió retomar la carrera que había iniciado hace tiempo. “Cinco meses después, cuando quedé absolutamente sola, me di cuenta de que debía levantarme solo por mí. Era la única responsable de mi destino”, explicó.
En ese contexto, la profesora reflexionó: “Siempre había soñado con salir del examen y abrazar a mis padres, agradecerles y darles la alegría de la meta cumplida. Ellos fueron pilares fundamentales para que pudiera criar a Valentino, que sufría múltiples dificultades. No se me dio, pero en cambio estuvieron mis hermanos, sobrinos y amigos de fierro que supieron apoyarme desde el primer momento”.
En cuanto a la internación de su madre, Rocío agradeció al personal de la Clínica de Cuyo. “Quisiera destacar el gesto del personal de ese hospital, que movió todas las camas y ubicó a mis padres juntos. Mi mamá estaba en coma farmacológico y mi papá no le quitaba la mirada de encima. Finalmente, ella se fue el 10 de mayo y él la siguió el 2 de junio. Los médicos y enfermeros les habían tomado mucho cariño, especialmente a mi padre, un tipo muy educado y amoroso que había logrado un vínculo extra-profesional”, completo.
Fue una jura particular para un político diferente. Mientras los medios de comunicación se concentraban en la jura de los nuevos diputados nacionales, en la localidad bonaerense de Escobar asumía como concejal Marcelo Ibarra, a quien todos conocen por su apodo “Bombín” y cuya candidatura se ubicó en el décimo lugar en la lista del Frente de Todos local.
El peronismo que dirige territorialmente Ariel Sujarchuk (intendente de licencia tras haber asumido el Ente Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable) decidió darle una oportunidad a “Bombín” por su trayectoria militante y porque en pleno macrismo logró, contra toda adversidad, impulsar la construcción de 122 viviendas con las cooperativas de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP).
“El gordo tiene 16 hijos y pasó de puntero a militante y referente del Evita levantando comedores, merenderos, cooperativas y ermitas”. Así lo presentó Esteban “Gringo” Castro, el secretario general de la UTEP, quien fue el responsable de subir la imagen de la Virgen de Luján al escenario de la jura de “Bombín”
“No es cualquier imagen. El Papa me la bendijo en Paraguay cuando fuimos en micro con los compañeros de Misioneros de Francisco”, reveló Ibarra.
“Bombín” nació hace 50 años atrás en el Jardín de la República, en la provincia de Tucumán. Aún hoy no pierde la tonada, aunque lleva 25 años en las barriadas bonaerenses. Nunca conoció a su padre y desde chico trabajó en la calle junto a sus dos hermanos. Su “viejita” siempre fue su respaldo afectivo, espiritual y económico. Y cuando puede se escapa a visitarla.
“Vendíamos cualquier cosa en el semáforo de Roca y Alem, en la ciudad de Tucumán”, evocó Ibarra, quien no olvida que a los 10 años ya ponía en la práctica conceptos de la economía popular. En invierno vendía chocolates, en verano frutas. Con todo el sacrificio de la familia, muchas veces no alcanzaba el dinero y comía del descarte de la sociedad de consumo.
-¿Cómo fue que recibió ocho balazos?
-En Tucumán vivía al lado de la cancha de San Martín, en Ciudadela. En ese tiempo había una villa enorme que rodeaba al club. Un día venían los hinchas de Atlético de Tucumán y en la trifulca uno empieza a disparar con un 22 largo. Tengo todas las balas adentro. En el pecho, en el brazo y tres en la espalda. Siempre fui robusto por eso no me lastimaron de gravedad.
A los 20 años abandonó Tucumán con su hermana y hermano, y se instaló en la casa de unos parientes en Villa Jardín, al lado de la fábrica FATE. Luego se mudó a una villa llamada “Virreyes”, en San Fernando.
“Desgraciadamente fui usado por la mala política. Fui puntero en San Fernando”, reconoció Ibarra. Luego se dedicó a cartonear para sobrevivir, muchas veces con carros tirados a caballo hasta que se impidió su circulación. “Siempre tuve alma de piquetero. Porque siendo cartonero metía el carro en las vías por las malas condiciones del viaje que teníamos para venir a Capital”, señaló.
No todo fue trabajo y lucha para “Bombín”. En el entonces llamado Tren Blanco conoció a su actual mujer, madre de dos gemelas y un hijo. Ibarra estuvo más de siete años cartoneando en los barrios pudientes de la Ciudad de Buenos Aires.
El gran giro de su vida fue producto del consejo de un amigo-vecino. “Me acerqué al local de la calle 18 del Evita”, recordó. “Primero – agregó – escuché a ‘la Colo’ (Patricia Cubría, actual diputada provincial). Después fue el compañero Marcos, que era muy parecido a Emilio Pérsico, quien me lo presenta. Y bueno así conocí a los cumpas. Me convencieron por el laburo social”.
“Para mí la militancia al principio era todo raro. No entendía mucho. Aprendí a defendernos y hacernos valorar nuestro derecho. Sin trabajo es que empezamos con los planes. Sé que son necesarios para paliar la situación, pero siempre tenemos que seguir luchando para que los compañeros de los barrios estén mejor, que todas las familias lleguen a fin de mes”.
Como referente del Movimiento Evita en Escobar, “Bombín” impulsó comedores, merenderos y huertas. En plena pandemia dieron asistencia alimentaria a más de 300 personas por día y por local, sobre un total de 20. “Todo se sostiene por el trabajo incansable de las mujeres. Ellas no abandonan, ni para tomar impulso van para atrás”, aseveró el concejal Ibarra.
Los “choriplaneros”, como son llamados en forma despectiva los militantes de los movimientos populares, lograron construir 122 viviendas en Escobar. “Fueron los vecinos y compañeros en cooperativas que logramos en tiempo, forma y calidad, algo que nadie creía que lo íbamos hacer. Es el barrio Amancay, de Maquinista Savio, donde todavía nos falta el 30 por ciento de las terminaciones de las casas. No somos una empresa, pero demostramos lo que somos capaces. Recuerdo que en el macrismo nos hicieron la vida imposible: cobrábamos por certificaciones, pero así y todo nos demoraban a propósito la paga. Pero les demostramos que pudimos hacer las viviendas. No abandonamos el barrio. Les dolió que los choriplaneros fuimos capaces de hacer las 122 viviendas”, destacó Ibarra.
“En plena pandemia le dimos una lucha terrible al coronavirus, desde la intendencia y el programa ´Estado en Mi Barrio´, con el Chino Navarro y el trabajo de las promotoras de salud. Es un orgullo haber conocido tanta gente buena”.
Para el concejal cartonero la fe católica fue una herencia de su madre, reimpulsada por el grupo de laicos Misioneros de Francisco. “Con los compañeros nos fuimos en micro a Paraguay a ver al Papa. Allá nos bendijo las imágenes, le llevamos unas 40”, evoca “Bombín” sobre ese encuentro único en su vida, ocurrido en julio de 2015.
“Con la idea de armar ermitas, capillas y misionar con la Virgen de Luján vamos por los barrios. Esto lo empecé en San Fernando y lo sigo en Escobar. Más de 50 compañeros son Misioneros de Francisco con la virgen”, señaló
Consultado sobre la imagen de la Virgen patrona de la Argentina, que lo acompañó en su jura como concejal, Ibarra celebró la iniciativa “de El Gringo (por Esteban Castro), un loco bárbaro, un capo, a quien le agradezco que haya venido a la asunción con la Virgen. Eso me dio mucha alegría y confianza”
Al costado de la colectora, ingresando al barrio Las Tipas está una trabajadora incansable.
Se trata de doña Gladis Quispe de 63 años, quien desde muy chica lleva la cultura del trabajo.
“Trabajé siempre desde jovencita, antes vivía en el campo y trabajaba ahí en el tabaco, cosechando morrones, durazno, uvas y después me vine a vivir acá ”, relató.
Su mayor logro es poder acompañar a sus hijos y darle muchas más posibilidades de las que ella tuvo.
“Así críe a mis hijos, no han sido bien estudiados pero tienen su trabajo digno, saqué adelante como sea a mis hijos ”, contó.
Haga calor o frío, ella sacará su carrito y con la venta de empanadas llevará el alimento a su casa.
“ Yo hago las empanadas, las preparo y tengo mis clientes que me vienen a comprar ”.
Gladis lleva la constancia y la perseverancia como estandarte para salir adelante.
“ No hay que darse por vencido para salir adelante, hay que salir a hacer algo, no hay que tener miedo ”, dijo en un mensaje de motivación para los que hoy pasan una difícil situación.